A mis 24 años, todavía es muy poco lo que entiendo de cómo funcionan las relaciones entre las personas. Todavía, digo, pensando que quizá algún día logre entender algo más. Quién sabe si así será.
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En los últimos tiempos me ha tocado decepcionarme de algunas personas. No he logrado entender muy bien el porqué de sus acciones, pero a estas alturas tampoco sé si me importa demasiado. ¿Qué tipo de goce les puede provocar fantasear con las vidas de los demás? ¿No les basta con sus propias vidas acaso? ¿No se dan cuenta de las heridas que pueden causar?
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Las relaciones familiares, de otro lado, tienen un especial componente de dificultad. Los lazos de sangre nos hacen pensar que ellos serían garantía de algún tipo de vínculo muy estrecho y estable. Y aunque duela, no hay nada más falso que esto. En mi familia he podido constatar lo centrales que son las luchas por poder, por reconocimiento, por dinero. Ellas parecen, por momentos, borrar los lazos afectivos, o estar por encima de ellos.
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En los últimos tiempos he intentado aprender que no necesito ser querida por todos para vivir tranquila y feliz. Que me basta con el cariño y el reconocimiento de algunos pocos con quienes mantengo vínculos sólidos. He intentado aprender, digo, porque no estoy tan segura de haberlo logrado. Y sigo intentando.
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¿Habrá que ser más escéptica y esperar menos para no decepcionarse tanto? Ojalá que no...
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En los últimos tiempos me ha tocado decepcionarme de algunas personas. No he logrado entender muy bien el porqué de sus acciones, pero a estas alturas tampoco sé si me importa demasiado. ¿Qué tipo de goce les puede provocar fantasear con las vidas de los demás? ¿No les basta con sus propias vidas acaso? ¿No se dan cuenta de las heridas que pueden causar?
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Las relaciones familiares, de otro lado, tienen un especial componente de dificultad. Los lazos de sangre nos hacen pensar que ellos serían garantía de algún tipo de vínculo muy estrecho y estable. Y aunque duela, no hay nada más falso que esto. En mi familia he podido constatar lo centrales que son las luchas por poder, por reconocimiento, por dinero. Ellas parecen, por momentos, borrar los lazos afectivos, o estar por encima de ellos.
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En los últimos tiempos he intentado aprender que no necesito ser querida por todos para vivir tranquila y feliz. Que me basta con el cariño y el reconocimiento de algunos pocos con quienes mantengo vínculos sólidos. He intentado aprender, digo, porque no estoy tan segura de haberlo logrado. Y sigo intentando.
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¿Habrá que ser más escéptica y esperar menos para no decepcionarse tanto? Ojalá que no...